Ante Dios, todos somos igualmente sabios e igualmente insensatos.-Albert Einstein.


Para Cristo todos somos hijos de Dios. Todos somos iguales sin importar cómo somos por dentro o por fuera. La primera vez que algo así se escuchó fue en Galilea y el que lo proclamó fue Jesús de Nazaret. La igualdad de todos los hombres sea cual sea su raza, su nacionalidad, su religión o sus costumbres son la base del Mensaje de Cristo.
Dios padre creo hombre y mujer en tal sentido, los creo para hacerse compañía, para valorarse mutuamente. Es un principio bíblico que ha de ser cumplido para lograr vivir bajo los designios del Creador y por ende garantizar la paz y justicia que tanto necesitamos.

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